7 de abril de 2008

Ciudades Mentales

Van a cumplirse 20 años desde que estoy en la frontera de La Florida y Puente Alto. Antes vivía en Pudahuel. Ser chico y vivir en la periferia desarrolla un sentimiento de provincianismo; ir al centro es ir a Santiago y eso lo hace un acontecimiento importante. Era importante ir a la Virgen de Lourdes, a la Quinta Normal, al Parque O’Higgins, a la Vega Central o al Persa BíoBío.

Como todo queda lejos el viaje en micro es una instancia para pensar y distraerse. Ésos son mis antecedentes del diseño; una ventana que hace las veces de vitrina gráfica: los avisos luminosos de Caffarena y de Champagne Valdivieso. Los video club Errol`s. La bebida Free. El logo de Carozzi. Las panaderías Selecta. El hombre de Cementos Polpaico. El mapa del Metro que iconizaba los nombres de las estaciones. Todo eso tenía un carácter (siempre lo ha tenido) y me hizo formar un Santiago imaginario al que de repente recurro cada vez que me siento en el computador. La propia experiencia me hace reinterpretar Santiago, es decir, la forma de las tipografías de Dos en Uno no se podrían decir de otra manera que no sea la noción Dos en Uno. Lo mismo con Otto Krauss y sus arcoiris de colores: han sido expresiones demasiado singulares como para el logo no esté presente en los directorios telefónicos, donde todo es texto. Mucho después supe que eso era el Branding y otras hierbas.

Esos logos se quedaron con parte de mi vida. Algunos me la cagaron, son sentimientos encontrados. Y los nuevos hijos y nietos de hoy van a ver esas imágenes desde la lejanía de un libro o de una página Web. Pasó cuando volví a verlos en el libro Historia del Diseño Grafico en Chile de Pedro Álvarez, había pasado tanto tiempo que quedaron en el inconciente, llenos de polvo. La ciudad que alguna vez tuve y me formó, se había desvanecido hace tiempo.

Ahora lo siento diferente. Hay una dinámica del cambio y las representaciones están divididas en episodios. Los Ídolos de turno: Iván Zamorano en su momento, luego Pinilla, ahora Alexis Sánchez y el “Chupete” Suazo. Cambian las imágenes y se siente el movimiento de la ciudad. Pedro Álvarez indica: “Pareciera ser que lo relevante se encontraría en el hecho de construir una multiculturalidad globalizada de la nueva ciudad, ya sea Santiago o en algún punto del continente, que condiciona la diversidad de los estilos de vida y patrones del gusto”. Lo que llega desde afuera nos afecta de inmediato, nuestra cultura está sobrepoblada de referencias foráneas y lo que construimos de eso forma buena parte de lo que somos, en los muros de las poblaciones que se caen a trozos y en los avisos fotocopiados del almacén. Ello no implica perder identidad.

Todo está presente en la gráfica (incluso la casual) de la ciudad. Lo he visto toda mi vida aunque en varios casos no sepa de dónde viene. Pero los escenarios cambian. Se acomodan cosas, algunos objetos y espacios pasan a tener usos alternativos según nuevas necesidades. Suelo pescar la bicicleta y me pierdo sin pensar mucho por los peladeros, los basureros improvisados, los resbalines y columpios llenos de óxido, los neumáticos asiento y las canchas de tierra.
Ésa es la ciudad que más conozco, cuyo recuerdo se añeja como una película en blanco y negro. Fugaz y efímera. Esas canchas van a poblarse y los peladeros también, los juegos se sacan para hacer espacio a otra vía de la calle, los muros se pintan, la gente se va. Lo que queda son espacios mentales que los veo como la proyección de mi pieza desordenada, donde cada cosa está en el mismo lugar donde la dejé al salir. La ciudad mía. Me acuerdo del epílogo que hace Borges en El Hacedor que leí cuando estaba en el preu, donde en el atardecer de su vida describe la geografía de su biblioteca y su ciudad imaginaria, cito: “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara“.

2 comentarios:

kalogatias dijo...

PxC
si una vez pensè que pasarìa si mis referentes graficos de èsta juventud no fueran los pollos ariztìa o los container de colores de la panamericana sino esos letreros monstruosos posmodernistas camino a cantagallo
aca el branding se resuelve con cartulinas amarillas, plumones y faltas de ortografía
y la jente usa shala y toballa
y no dice luca dice ''le dejé mil pesso''
es que en san beka somo ma choro'

Anónimo dijo...

san beka?????